Desde que Jorge Mario Bergoglio, ahora Francisco, asumió el
papado ha transitado en la polémica. Algunos hemos aplaudido con recelo su
apertura, sospechando que detrás de tanto intento de sinceridad y
desmitificación de la iglesia se esconde alguna trampa más del imperio Romano.
Francisco ha declarado que es posible que al morir una persona pueda encontrar
en el paraíso a sus mascotas muertas, ha ratificado que el purgatorio no existe
y, las más controversiales y recientes de sus revelaciones, que el infierno y Adán
y Eva son un mito, es decir, un recurso literario. Pero la realidad nos obliga
a poner en duda las palabras del extrovertido Papa sobre el tema del infierno.
Hace un par de días, el presidente de los E.U. Barack Obama
estableció sentencia sobre Venezuela, cual dios todo poderoso, condenándonos al
infierno, así como han hecho con Afganistán, Irak, Siria, Libia y cuanto país
se plantee la loca idea de creerse soberano. En el caso de los mencionados países
del medio oriente, Mr. Danger empleó como excusa el terrorismo, ante la
posibilidad de un ataque a la nación Yanqui. Para llegar a este punto, el ex
presidente Bush y sus macabros aliados, construyeron la mas mediática de todas las
acciones terrorista, el 11 de septiembre de 2001, implosionando las torres
gemelas de World Trade Center y causando algunos daños a la sede del Pentágono,
atribuyéndole la responsabilidad al grupo al Qaeda para poder configurar un
nuevo estamento jurídico y, en especial, una hipersensibilidad en la opinión de
la nación Norteamérica y el mundo. Pero en un planeta tan pequeño como este
todo sale a la luz.
Tal espejismo sirvió para acusar de terrorista a todo cuanto
ciudadano, grupo o país que comparta rasgos físicos o religión con los iraquíes.
Es preciso revisar las cifras de la cárcel ilegitima e inhumana de Guantanamo.
Cerca de novecientas personas han sido secuestradas por el imperialismo
acusadas de terroristas, en algunos casos se les acusa de “sospechosos”. Hasta
la fecha, solo uno ha sido condenado a cadena perpetua por un tribunal federal.
Seis, que también habían sido condenados, quedaron absueltos por falta de
evidencia. Cuatro de los cuales aun siguen privados de libertad, a pesar de la
imposibilidad de ser condenados. Guantanamo es una paila.
Dios impone la regla y por ende el castigo. En el caso
Venezuela el imperialismo norteamericano se deja de excusas, se quita el antifaz
para mostranos su verdadero rostro. Atrás queda el Obama de las promesas de
paz. El premio nobel le servirá para presumir con sus amigos, si es que los
tiene. Y si en algo tienen razón es que Venezuela representa una amenaza. No
para la nación, sino para los intereses hegemónicos del imperialismo.
El proceso Bolivariano es el germen de la rebeldía
continental. Un nuevo continente se ha configurado desde que el pueblo
venezolano dio indicios de que era posible construir una forma de gobierno
alejada del corset neoliberal. Pero la rebelión se expande ¿Quién puede negar
la influencia de nuestro proceso en movimientos como Podemos en España o Syriza
en Grecia?
Por eso es necesario el castigo, la tunda ejemplarizante,
para llenar de temor a quienes sigan el ejemplo venezolano. El brazo que no han
podido torcer los ha llevado al descaro, al cinismo de asumir su rol de inquisidor.
Quieren prender la hoguera.
Por eso digo que se equivoca Francisco. Recuerdo con claridad
el día, miércoles 20 de septiembre de 2006, cuando el comandante Chávez se encontró
con el rastro de azufre que había dejado el diablo en la ONU. Este había intervenido
el día anterior; en palabras del camarada Chávez, “hablando como dueño del
mundo”. Y sí Francisco, existe el diablo y el infierno. Ya conocemos al diablo
y hemos vivido en el infierno.
Se equivoca Barack si cree que claudicaremos. Por más amenazas,
mas organización; por más presión que ejerzan, mas ofensiva revolucionaria. Aún
en la peor circunstancia, recibirán la
respuesta heroica de un pueblo que se niega a las pailas imperiales. Vamos al
combate, parafraseando al Chino Valera Mora, en marzo de 2015 Venezuela crepita
al rojo vivo y el poeta saluda a sus camaradas combatientes.
Gabriel Figueredo
Escritor y Político
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