Querido
lector, le aseguro que encontrará aquí la receta más pragmática del mercado
para elaborar un guiso tradicional, cuartorepublicano,
con aires de quinta, categoría o
republica, según prefiera.
Pero no
se deje engañar por las convenciones, esta receta maravillosa es el resultado
de amplios estudios en la materia guisística, un compendio de experimentos
disfuncionales que han arrojado resultados ampliamente vaticinados por los más
entendidos.
En
primer lugar, vamos a recolectar los ingredientes básicos de todo guiso, los
cuales presento a continuación.
Lista de
Ingredientes:
Un guacal de pimentón o alguna manada de tecnócratas
o pequeños burgueses habilidosos.
Un litro de aceite, el que consiga sirve.
400 g Carne de cerdo, pollo, res, pescado o las
finanzas públicas.
Dos cucharadas de azúcar de CVAL o todas las
gandolas que pueda.
Un kilo de arroz de los abastos Bicentenario.
Dos tazas de Pomagás o manzana.
Aliños verdes, en su defecto puede usar raspacupos, empresarios de maletín o
cualquier verde CADIVI.
Adobo.
Sal y pimienta al gusto.
Cebollas
y pañuelos.
Modo de preparación:
Ponga a
fuego lento el caldero más grande de su cocina y déjelo calentar unos días.
Cuando el metal está ardiendo vierta el litro de aceite y déjelo reducir, que
se evapore ante los ojos de los comensales y ponga cara de indiferente, esto no
dará sabor al guiso, pero les hará creer que usted sabe lo que hace.
Una vez
cortado los pimentones en julianas y/o cuadros coloque una porción en el caldero,
para que vayan tomando la temperatura idónea. Haga lo mismo si se trata de
tecnócratas y/o pequeños burgueses. Remuévalos de vez en cuando para que no se
le quemen.
Ponga
la carne o las finanzas sobre la mesa, fragméntela a su antojo, corte de manera
desigual para que a la hora de servir pueda dar los trozos pequeños y dejar
para usted los toletes más grandes. Póngale bastante adobo y viértala con
cuidado en el caldero y vuelva a remover para que los pimentones queden
esparcidos de modo uniforme.
Agregue
las dos cucharadas de azúcar, eso le dará un olor a caramelo que solo usted
podrá percibir. El resto de las gandolas las puede desviar a Colombia o al
Nuevo Sistema de Bachaqueo Popular; recuerde que necesita recursos para atender
a sus amigos.
Agregue
más pimentones y remueva hasta mezclar con los de abajo, se dará cuenta que los
nuevos tomarán el calor de inmediato. De inmediato vierta el pomagás o las
manzanas cortadas en pequeños cuadros. El efecto gourmet del rojo intenso de la
concha, acompañado por la blanquísima pulpa, se asemeja a los banquetes adecocopeyanos de antaño, para complacer
a los paladares nostálgicos.
Recuerde
que no debe colocar tomates. El ordinario color de la fruta, tan uniforme, tan
marginal, tan chavista, no ayuda estéticamente y, lo peor, tiende a dañar el
guiso y más si se trata de cuadros. Mejor adhiera otra porción de pimentones y
mezcle.
Tome
los aliños verdes, los dólares del estado y déjelos macerando con los raspacupos, empresarios de maletín y
demás hierbas cadiveras para luego
colocarlas al fuego con sumo cuidado. Remueva uniformemente, siempre a fuego
lento.
El olor
del guiso y la cara de los hambrientos comensales, le indicarán cuando esté
listo. Coloque sal y pimienta al gusto y sirva en pequeños platos, procurando dejar
para usted la mayor y mejor parte.
Disfrútelo,
trague como un cerdo y no olvide raspar la olla o caldero una vez que se acabe
el guiso. Corte las cebollas en finos trozos y repártaselos al pueblo para que
llore mientras usted traga.
Los
pañuelos, de preferencia blancos, son para que se limpie las manos sin quitarse
el olor de su hazaña. También puede usarlos en el aeropuerto para despedirse de
nosotros cuando se acabe el guiso y no le queden más ollas que raspar.