El desarrollismo, como otros males, instituyó
un país nuevo, sin memoria histórica, es decir, sin raíces. Nos forzaron a un
exilio dentro de las fronteras, condenándonos a otra forma de destierro. Muy
pocas personas, sin embargo, optaron por el exilio convencional, la emigración,
tomaron sus cosas y se marcharon rumbo al sueño americano o al refugio europeo.
Pero es necesario recordar que hasta la
década de los 90 del siglo veinte en este país, por lo general, solo emigraban
políticos e intelectuales. La lucha por la independencia, la federación y las
dictaduras, no generaron los mismos efectos que se dan en casi todos los países
en iguales circunstancias. La tasa migratoria venezolana ha sido muy baja en
comparación a otras naciones con características similares. Para un pueblo
sumido en la ignorancia y la pobreza era impensable tener como alternativa el
abandono del territorio nacional.
Durante décadas el país ha recibido a
millones de inmigrantes, europeos, colombianos, peruanos, chilenos, entre tantos
pobres obligados al exilio. Sin más alternativa que huir de los desmanes es sus
pueblos de origen estos inmigrantes consideraron a Venezuela como su mejor
opción. Esa llegada de extranjeros buscando cobijo no ha cesado. Palestinos,
libaneses, chinos, hindúes y más colombianos. Estas culturas siempre han optado
por el recurso de la migración. Nosotros no. Por un lado está el hecho de que
nos parece cosa rara, no tenemos una cultura migratoria, y por otro lado no
teníamos las posibilidades económicas para emprender tales aventuras.
Con la
llegada de Chávez a la presidencia de la República, y con el resurgimiento de
la casi extinta clase media, se genera un fenómeno migratorio por primera vez
en Venezuela. fundamentados en el temor como excusa para justificar las ganas
de abandonar el país una alta suma de venezolanos se fueron rumbo al Norte o a
España. Es poco menos que triste, pudiéramos decir que vergonzoso, encontrar a
un venezolano residenciado fuera de aquí. La mayoría inventa películas de
persecución y exterminio para ser centro de atención de las conversaciones.
Muchos no paran de hablar pestes de nuestra cultura, como si les pesara en sus
espaldas la patria.
Es de comprender que alguien decida marcharse
por las razones que le vengan en gana. Eso no es cuestionable. El
cuestionamiento vine cuando de manera desleal se desdeña del lugar de origen
con tales menosprecios que aterran.
La clase media venezolana por primera vez en
la historia, gracias a la situación económica generada por este gobierno, al
cupo CADIVI, a la libertad, salieron de este país a buscar mejores condiciones
de vida. No se equivoca el merengue caraqueño de Luis Fragachán, el norte es
una quimera (Europa también).
¿Hasta cuándo podrán soportar las quimeras
nuestros compatriotas en el autoimpuesto exilio, ahora que las economías
mundiales se desploman? ¿Hasta qué punto la clase media estará dispuesta a
permanecer desterrada, inventando fabulas paranoicas? Venezuela debe preparase
para seguir recibiendo a estos compatriotas. Un importante número ya está de
vuelta, pero se estima que las políticas de inmigración, europeas y
estadounidenses, impongan masivas repatriaciones. Ojalá y de regreso, ya sin el encantamiento
externo, se sumen a la construcción de un mejor país, asumiendo su co
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