Terminar así después de haberlo tenido todo. ¿Qué podría hacer ahora sin dedos?
¿Acaso lo respetarían como siempre? ¿Qué podía hacer si se burlaban de él? Ya no
podría dar coscorrones a los carajitos de barrio, podría darles cachetadas, pero jamás
será lo mismo voltearles la cara con la palma de la mano que sentir como los nudillos
se hunden hasta tocar sus cráneos y oír el “cloc” que infunde respeto. No volvería
masturbarse ni a aplaudir. Se imaginaba en el baño pensando en la muchacha de al
lado, frotándose el pene, golpeándolo con las dos palmas, aplaudiendo como una foca y llorando.
Mejor no parto el vidrio de este carro con las manos, se dijo. Siempre le he tenido lastima a las focas.
miércoles, octubre 05, 2011
La foca
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