Escuela Literaria del Sur

La ELS ofrece una oportunidad para aprender el oficio de escribir sin las barreras de tiempo o coste que imponen las escuelas tradicionales.

Semanario La Vanguardia

Un espacio para el pensamiento agudo y las voces urgentes.

Libro Subito

Lea lo mejor del cuento breve contemporaneo.

jueves, octubre 05, 2006

Encuentro habitual


A mi amigo Alberto Martínez

“Mejor es morar en tierra del desierto,
Que con la mujer rencillosa é iracunda.”
Proverbios 21:19





Esta mañana desperté empapado de sudor, fui levantando poco a poco la sábana que cubría mi rostro. En silencio no pude más que agradecerle a Dios que me hubiese salvado de la terrible hueste que me hostiga todas las noches.Ya han pasado más de tres años desde que vivimos bajo el mismo techo y no ha sido posible lograr que su deseo egoísta de hacerme su presa mengüe. Ni el cazador más despiadado llega a tales extremos con su victima. Eso, así tal cual me siento: ¡una victima del demonio!Sus garras afiladas arañan mi bolsillo cada vez que llega la quincena, sin compasión descuartiza lo que en tantos años de trabajo he conseguido. Hace unos días hable con el cura de la parroquia para ver si me podía ayudar. Él con una actitud serena, tratando de disimular el miedo me dijo: “Hijo mió, yo no estoy instruido para luchar contra esa especie de influencias” con su mano diestra realizo como de costumbre una seña representando la cruz mientras decía “
In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti”.Puras mentiras, todos los demonios son iguales; viven en la oscuridad, les satisface producir dolor, se deleitan al humillar a los mortales indefensos ante sus poderes. Hasta parecen políticos.Sus grandes ojos negros me miraron durante toda la noche sin parpadear ni un instante, ese extraño olor permanece en mi habitación para envenenarme, con precisión se desliza por toda la casa sin tocar nada, sus largas uñas de un rojo sangriento me llaman a cada rato. Muchas veces no puedo huir de sus encantos, me posee y luego me abandona a mi suerte; se ríe de mí porque sabe que me siento utilizado.Mis ojos color sangre son el reflejo de los meses que tengo sin dormir esperando que de un momento a otro irrumpa el silencio de la madrugada serena con su risa desalmada, que vuelva a hacer conmigo lo que se le antoje. Lo peor es que se esta volviendo una hábito. Cuando transcurren muchos días y no aparece le invoco con una oración que le invente. Mis amigos se burlan de mí. Mi familia decidió no entrometerse en mis asuntos, porque dicen que soy un masoquista; pero no es así. No, yo no soy masoquista, lo que pasa es que soy endeble ante su poder. Y si, es cierto que no quiero que se marche; pero las cosas están cambiando, cada vez me amenaza menos y total, mi piel se ha curtido contra el dolor. Esta noche me prometió una sorpresa; dijo que me recordaría de su regalo todos los días de mi vida (incluso en la eternidad)

Una silueta pasa rápidamente por mi ventana, Creo que es ella. De repente su olor invade la casa, hay tensión en el ambiente ¡Se quiere manifestar! Digo para mis adentros recordando la última ocasión que se presentó. Mi cuerpo comienza a temblar, La sangre corre con más velocidad que mis pensamientos. La presión sanguínea acelera y siento correr entre mis venas un tropel de insectos desesperados. El dolor en el lado izquierdo de mi cabeza no se hace esperar, presiento que en cualquier momento me va a explotar el cráneo. Cierro los ojos y trato de apoyarme en la pared, respiro hondo para minimizar el dolor pero todo es inútil. El dolor desaparece y todo queda oscuro por unos minutos (tal vez solo fueron segundos)
Luego de estar inerme en el suelo voy recobrando las fuerzas. Aun tambaleante trato de ponerme en pie; a duras penas lo logro. Mis ojos extraviados por el dolor van retornando a la claridad. Caminando hacia mí, la imagen borrosa se va haciendo más nítida. Parece ella aunque no se ve como siempre, esta mas deslumbrante, mas hermosa, mas aterradora… Tengo miedo. Se aproxima dejándome saber que no tiene prisa; esta más callada que antes, no ha pronunciado una sola palabra; me mira y se ríe. Me enseña sus manos vacías con una emoción infantil. Cada vez esta más cerca y el terror sigue creciendo.
Un líquido tibio recorre mis piernas y se detiene en mis zapatos. Mi cuerpo frió y sudoroso es cada vez menos sensible; sin embargo este hilo caliente que baja por mis piernas es como un bisturí que rasga mi piel sin anestesia. Sin desprender mis ojos de los suyos bajo mi mano para tocarme, mi pantalón húmedo me indica que he llegado al límite del pánico. Me siento morir de humillación; ella lo esta disfrutando. En un parpadeo ya no esta frente a mi, pero se que no se ha ido. Siento su respiración en mi espalda y un profundo deseo de gritar invade mi garganta, pero ya no tengo fuerzas para hacerlo. Su voz casi indescifrable me susurra al oído. No quiero, le respondo; se acerca de nuevo a mi oído y me repite las mismas palabras. Otra vez desparece; ahora esta frente a mí con sus manos escondidas en la espalda. Se ríe a carcajadas. En sus manos esta el desgraciado regalo. Ya no ríe, ahora es ella quien llora; pero igual no esta dispuesta a desistir de su malévola idea.

miércoles, octubre 04, 2006

Gabriel Figueredo


Escritor y Editor. Tiene estudios en Educación por la UNESR. Ha Publicado los volúmenes de cuentos El emisario y Los desconocidos de siempre; además ha sido incluido en diversas antologías de cuento y poesía. Es Director de contenidos y co-fundador de la Escuela Literaria del Sur, Director del semanario La Vanguardia y colaborador de periódicos y revistas nacionales. Es miembro de la Red de Escritoras y Escritores por el Alba y Co- Fundador del colectivo literario “Verbos subversivos”.