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viernes, enero 26, 2007

Relatos desde la sombra

Algunos parecen tener más hambre que otros. Otros parecen tener más dolor que algunos, pero todos quieren decir algo. Cada uno lleva en si el reflejo mas intimo del ser, cargando a cuestas glorias, derrotas, amores o desamores. Hay unos que tienen una habilidad para mentir que parece increíble; sin embargo la mayoría de los rostros dicen la verdad.

El de chira es extraño, es una amalgama entre la madurez y la inocencia, tiene una risa que cautiva con facilidad desde el más verde hasta el más maduro. Días atrás unos muchachos del barrio se metieron con ella, la tomaron a la fuerza y la metieron en un galpón que esta en abandono, ahí, donde quedaba el viejo aserradero. Alguien me comento que la vio llorando esa misma tarde. Yo también la vi, recuerdo que cargaba puesto ese vestido de colores -como me gusta verla vestida así- solo que esa vez estaba sucia y las zapatillas blancas las tenía manchada con sangre.
Desde esa vez el suyo comenzó a ser parecido al de la mayoría.

Jater era el nombre que Julio y Angélica Teresa le tenían preparado a su hijo desde sus primeros días de novios. Jater era la combinación de los nombres de ambos. Jater ya es un chico de dieciséis años.

Muchos decían que su semblante cambiaba de manera constante; unos días aparentaba ser tan inofensivo que llegaba a producir ternura en sus congéneres. Sin embargo, en varias ocasiones llegaban a verlo como si estuviese en algún tipo de trance que le robaba la personalidad. Pero que va, desde aquella tarde no podría seguir engañándolos. Después de lo que le hicieron a chira, la familia se mudo del barrio; Jater se fugo de la casa y estuvo preso en dos oportunidades. Dos meses atrás se dio a la fuga de la penitenciaria nacional, el terror estaba otra vez en la calle. No se veía como antes, ya no lucía igual. Una cicatriz en la parte baja de su mejilla izquierda le decoraba el semblante, las miradas de temor de aquellos que alguna vez lo tuvieron en buena estima le alimentaba el ego, mientras una “nueve” le daba el respeto anhelado en esta nueva etapa de su vida.

Que complicada se vuelve la vida para algunos, el que no tiene vive con la ilusión de tener; al contrario del que tiene, que sin importarle lo que posee pasa la vida quejándose de lo que es suyo. A pesar de que no provenía de un hogar de ricos había crecido sin conocer las carencias “a nuestro hijo no le faltara nada” era la consigna de estos ingenuos padres. Pero se equivocaron, pues le faltaron unos padres que le enseñaran que el amor y la disciplina son hermanos, a valorar lo que poseía y a no ser tan envidioso, además que lo enseñaran a respetar las decisiones ajenas.

Esta mañana uno de los periódicos locales dio la noticia que muchos ansiaron desde que el sector se volvió tan peligroso. Una serie de asesinatos, violaciones y cuanta barbarie -imaginada o no- eran posibles en este pequeño lugar del mapa. La alentadora noticia dejaba respirar en paz a las almas angustiadas.

Ahora hay un azote menos, pero ¿cuantos hay en potencia? A mi me duele ver el rostro de mi hermano reflejado en el de tantos otros como él, me duele extrañarlo.


Chira es cada vez más hermosa, no puedo evitar amarla, soñarla, necesitarla en el silencio que me ahoga todos los días. Ella es otra de las tantas madres solteras de este país, aunque le he ofrecido toda mi ayuda no hace más que evadirme. La sombra de mi hermano ha cubierto mi vida ¿no pueden entender que yo no soy él? Si, es cierto nos parecemos, pero eso no quiere decir que seamos iguales.

Creo que mi peor desgracia ocurrió el día mismo que pude ver la luz. De forma muy extraña los médicos nunca se percataron de un segundo bebe. No me vieron en el vientre de mi madre. Son dos, dijo uno de los médicos con cara de sorpresa al ver mi mano asomarse por la abertura. Aunque esto pueda parecer ficticio o absurdo esta historia es cierta. En ocasiones nos decían “hay van Caín y Abel” Cuando llegamos al barrio la gente nos confundía con demasiada frecuencia, hay quienes nunca se enteraron de mi existencia, hasta sus amigos me confundían con él.

Ya de mi no queda nada, solo un sobrino que cada vez se parece a más su padre, quien le recrimina a su mamá no haberle contado la historia real de su origen, unos padres que desde que le mataron la luz de sus ojos se olvidaron de todo, incluso se olvidaron de mi. También me queda grabado en la conciencia que no soy más que una copia, me quedan también las agrias raíces del malquerer y un amor afónico… me queda el olvido, un lápiz sin tinta que no permitirá apuntar mis últimas palabras de despedida…