Escuela Literaria del Sur

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martes, enero 19, 2010

Nosotros los desmemoriados

A pedazos cae la noche y pienso, inevitablemente, en los caídos. Ha pasado un año y Gaza continúa igual, aclaro: sigue peor. Las promesas de paz del ilustre salvador del mundo Barak Obama siguen flotando en su evidente campaña demagógica para “asumir” el poder, eso pensaba él, hasta que descubrió que “el poder” ya había sido asumido por un sistema que está por encima de su gran boca, y de quizás alguna sincera intención de cambio. It's time to change Obama. Guantánamo, los torturados y sus verdugos. La olvidada tierra de Irak. Los llantos de Honduras. Todos fueron sepultados por las inundaciones noticiosas que a diario van abriendo huecos para tapar otros.

Las luchas en nuestra África ancestral toman vigencia a diario. Nuestros hermanos indígenas de Colombia y Perú siguen en pie ante la indiferencia y, peor aún, la crueldad de los presidentes de estos dos países, que sin el menor de los afectos, han condenado a muerte a muchos de los pobladores originarios de estas tierras de Abya-yala, desprendiéndoles de sus cultivos, de su selva, de su cultura.

Lo lamentable de todo esto es el silencio, la falta de constancia de los movimientos de izquierda que, en su mayoría, deambulan al son que imponen los medios y los imperios. Ahora un nuevo escenario para la pantomima: Haití. Muchos de alguna manera hemos contribuido para enviar algunos enseres a nuestras hermanas y hermanos haitianos. Pero esperamos hasta este momento para enviar algo, a pesar de tener tanto tiempo este pueblo sumido en una de las miserias más terribles del planeta, pero como el mundo ha volcado sus ojos en Haití ahora todos corremos en pos de ellos, a la espera de otro suceso que nos movilice a otra parte.

Es imposible no recordar a Nietzsche. Él sabía de manera acertada que “no hay solidaridad en una sociedad en la que existen elementos estériles, improductivos y destructores, que además, tendrán descendientes mas degenerados que ellos mismos” El capitalismo, sin animo de ser dogmático, pero con toda intención de no ocultar lo obvio, ha cultivado esta frialdad, esta “degeneración” en la que se ha convertido el mundo.

Si no logramos cambiar el sistema no alcanzaremos a ver un mundo más justo. Mientras los gobiernos progresistas están enviando ayuda humanitaria a Haití, sin más interés que la solidaridad, los Estados Unidos de Norte América envían soldados, con el fin indiscutible de sacar algún provecho de la situación, reflejo de lo que aseguraba Nietzsche.

Pero para poder lograr ese cambio es necesario radicalizar posturas. Pero sobre todo es necesario tener memoria. Es hora de comenzar a reconocernos, a reivindicarnos. Es hora de que los movimientos sociales, intelectuales, luchadores sociales y todos aquellos sensibilizados con esta justa causa de transformar al mundo comencemos a tomar acciones frontales en este sentido. La interacción de nuestros pueblos, la ayuda mutua. Es necesario seguir tendiendo redes de solidaridad. Mucho se ha cuestionado al estado venezolano por su constante apoyo e intercambio con los países marginados por el mercado. Pero no es suficiente con las iniciativas gubernamentales, insisto en creer que es hora de asumir mayor participación protagónica en todos los ámbitos. Cierro esta con la palabra del siempre acertado Libertador de la Patri, Simón Bolívar, en carta al Presidente del Gobierno General de Nueva Granada, el 27 de mayo de 1815, “Amo la libertad de la América más que mi gloria propia, y para conseguirla no he ahorrado sacrificios”Las luchas en nuestra África ancestral toman vigencia a diario. Nuestros hermanos indígenas de Colombia y Perú siguen en pie ante la indiferencia y, peor aún, la crueldad de los presidentes de estos dos países, que sin el menor de los afectos, han condenado a muerte a muchos de los pobladores originarios de estas tierras de Abya-yala, desprendiéndoles de sus cultivos, de su selva, de su cultura.

Lo lamentable de todo esto es el silencio, la falta de constancia de los movimientos de izquierda que, en su mayoría, deambulan al son que imponen los medios y los imperios. Ahora un nuevo escenario para la pantomima: Haití. Muchos de alguna manera hemos contribuido para enviar algunos enseres a nuestras hermanas y hermanos haitianos. Pero esperamos hasta este momento para enviar algo, a pesar de tener tanto tiempo este pueblo sumido en una de las miserias más terribles del planeta, pero como el mundo ha volcado sus ojos en Haití ahora todos corremos en pos de ellos, a la espera de otro suceso que nos movilice a otra parte.

Es imposible no recordar a Nietzsche. Él sabía de manera acertada que “no hay solidaridad en una sociedad en la que existen elementos estériles, improductivos y destructores, que además, tendrán descendientes mas degenerados que ellos mismos” El capitalismo, sin animo de ser dogmático, pero con toda intención de no ocultar lo obvio, ha cultivado esta frialdad, esta “degeneración” en la que se ha convertido el mundo.

Si no logramos cambiar el sistema no alcanzaremos a ver un mundo más justo. Mientras los gobiernos progresistas están enviando ayuda humanitaria a Haití, sin más interés que la solidaridad, los Estados Unidos de Norte América envían soldados, con el fin indiscutible de sacar algún provecho de la situación, reflejo de lo que aseguraba Nietzsche.

Pero para poder lograr ese cambio es necesario radicalizar posturas. Pero sobre todo es necesario tener memoria. Es hora de comenzar a reconocernos, a reivindicarnos. Es hora de que los movimientos sociales, intelectuales, luchadores sociales y todos aquellos sensibilizados con esta justa causa de transformar al mundo comencemos a tomar acciones frontales en este sentido. La interacción de nuestros pueblos, la ayuda mutua. Es necesario seguir tendiendo redes de solidaridad. Mucho se ha cuestionado al estado venezolano por su constante apoyo e intercambio con los países marginados por el mercado. Pero no es suficiente con las iniciativas gubernamentales, insisto en creer que es hora de asumir mayor participación.