Escuela Literaria del Sur

La ELS ofrece una oportunidad para aprender el oficio de escribir sin las barreras de tiempo o coste que imponen las escuelas tradicionales.

Semanario La Vanguardia

Un espacio para el pensamiento agudo y las voces urgentes.

Libro Subito

Lea lo mejor del cuento breve contemporaneo.

jueves, febrero 19, 2009

Dispara a quemarropa

La soledad toma su rifle
lo mete en mi boca
se ríe

Bolsas de futuro llenas de nada
nada que se multiplica en mis ojos
noche larga
silencio tenue


Dispara la única bala
soledad de mierda
dispara a quemarropa
intento inútil de afecto

No temo a las sombras
no temo al aullido blasfemo
de tu caricias heridas de antojos
no huyo de ti
ni de las saetas lanzadas a mitad de la noche
en el país vacío que he construido con tela
no me defiendo de la risa que me mira
de la risa que manosea la mía y se larga en llanto
no busco el amparo provisorio
la puerta de salida
ante la ruda ausencia del abandono

tira del gatillo
no te acobardes por mis ojos de lechuza
Suelta tu unigénito plomo
que la noche se extiende
incrédula y obstinada

Si no has de disparar esta noche
toma tu abrigo
no te despidas
no quiero procurarte noble
y perseguirte en mitad de la nada

jueves, febrero 12, 2009

Gaza

para los que aun tienen memoria


La bala genocida siempre será culpable sin importar el fusil que la dispare. Soldado, metralla, voz de diana. La ausencia de los ojos nobles del que antes fuera abatido. Sangre, dolor, Fragmentos de vidas. El precio de Ismael.

Llora Abraham sus muertos, mientras ríen los que antes padecieron. Desmemoria, altivez, crueldad. La causa injusta de los hijos de David.

Una pierna, media pared, otra bomba. Las manos se elevan sin respuesta en la espera de misericordia. Buen momento para perder la fe. Los inválidos ojos del mundo orbitan en sus cuencas vacías, al tiempo que los cuerpos invadidos se van en las orugas del aniquilador.

Esta calle no tiene nombre

Este árbol mula nunca supo como llamar sus frutos. Esta urbe, huérfana de hijos, mira a los de allá transitar absortos en los espejos de mano.

Un artista confundido. Una mujer sin marido. Un hombre descalzo, sucio, olvidado. Un pedazo de piel en cada esquina. Madrugada soleada del mes de mayo. Maldita ausencia de sentido común o comunismo.

Uno, dos, tres, no vi al niño detrás de la pelota. Mancha de sangre en la calle.

Uno, dos, tres, No hacen falta gallos para anochecer.

Uno, dos, tres, gallinas tendidas en el árbol.

Uno, dos, tres, apoya el fusil contra la hoja porque esta calle no tiene nombre

martes, febrero 10, 2009

Yo conocí a Superman


Yo conocí a Superman en el Táchira, envuelto en su traje azul y con los zapatos del Chavo. El sol de Metrópolis le tostó la piel. Bigotes de niño, sonrisa pronta, inocencia.
Los ojos burlones no comprendieron al héroe. Superpoderes gastados, capa desteñida, afro. Inútil esfuerzo por despegar del suelo. Destinos extranjeros tomaron sus fotos en la fuga que nos brindan los desconocidos, los almados. Los que sin traje azul también desean despegar de la tierra.

Yo conocí a Superman entre poetas. Peones, alfiles, caballos. Combate permanente entre las sombras de la plaza de Simón. Letras del ALBA, respeto, compasión. Sus ojos delataban la ausencia de los años. La pereza colgada del árbol, las ardillas fugitivas, los mendigos. Todos cómplices y testigos de las aventuras del joven Clark, ahora escondido en nuevo cuerpo para evadir las amenazas de Luthor. Maldito villano, multiplicado en millares que miran con desden la dignidad de un héroe que huye del frío y se cubre en la casa de cartón que le prestó un amigo.

Héctor


para Héctor “el mocho”

Me descubro en la acera del frente recordando a la profesora de física, y comprendo el verdadero sentido de la gravedad. Te descubro en esta acera sonriéndole a malabarista del mástil tricolor; pensando quizás en la naturalidad de la vida.

Un cigarro, una seña, una moneda. El gesto preciso para llenar la caja. Una silla de ruedas minusválida, unos ojos perdidos, una erección. En tus manos han posado todas; las has poseído a todas sin prejuicios. No desdeñaste la celulitis, ni te desanimó la flacidez del abandono. Todo el universo cabe en una mano. Una queja una risa, un bramido.