Escuela Literaria del Sur

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martes, mayo 12, 2015

Los dueños del agua, a propósito del Decreto 3.203


La vida en el planeta está en riesgo y se hace cada vez más evidente. Los diversos movimientos ecologistas llevan varias décadas alertando sobre el desmedido uso de los recursos naturales y las consecuencias a que conducirá nuestro comportamiento desleal para con la madre tierra. La Pachamama está en crisis, todo porque hemos perdido el respeto por la vida, en su más amplio sentido.
La cosmogonía de nuestros indígenas plantea la necesidad de generar armonía con la vida en su entorno. Para ellos las montañas, las piedras, los animales, los arboles, los ríos, todo es vida. Las naves que llegaron pobladas de bandidos, asesinos y enfermedades traían consigo un problema mayor: el capitalismo. Un sistema, verdaderamente salvaje, que no respeta la vida, que genera desequilibrio y estimula la muerte.
Los descendidos de esos barcos no solo entablaron una guerra contra nuestros indígenas y su visión de mundo, sino, también, contra la vida misma del continente. Con la imposición de su religión, su lengua, en fin, de su cultura, dejaron por heredad la desidia, el vergonzoso interés del salvase quien pueda. Una sociedad occidentalizada que se condenaba a si misma a la extinción.
La vida en el planeta está en riesgo y se hace cada vez más evidente. Los ríos caudalosos, que alguna vez fueron navegables, hoy son cosa del pasado en el estado Yaracuy. El gran río Yaracuy, de aguas profundas, por donde navegó Andresote para salir al Caribe, es apenas un lodazal. Los ríos que sirvieron para el esparcimiento de pueblos enteros, como el Yurubí y el Caramacate son senderos de piedras que se alimentan de agua con las lluvias. Todo esto como resultado de un sistema político que pondera las riquezas individuales por encima de todo. Un sistema que no repara en destruir montañas para hacer fincas, parques o pistas para motocicletas. Decenas de hectáreas taladas para que un individuo pueda cría tres vacas o darse el gusto de ser dueño de una montaña con río incluido.
El decreto 3.203, impulsado por el Gobernador Julio León, debe ser un detonante para la discusión sobre temas cruciales para la vida vivible, como la propiedad del agua, por ejemplo. ¿Acaso no es absurdo creerse dueño del agua? ¿No es lo mismo que creerse dueño del aire? ¿Quién determinó esa forma de propiedad? ¿Con qué instrumentos? Otra pregunta importante, ¿Hasta dónde puede llegar el pueblo sin herramientas programáticas para revertir esta situación?
Todos los sectores de la sociedad estamos llamados a repensar nuestro modo de vivir, la forma en que derrochamos el agua y el modo en que permitimos que unos pocos se apropien de un recurso que es para el consumo humano, y que se ve reducido a llenar piscinas. Repensar, por ejemplo, en la importancia de acompañar a aquellos campesinos, que por ignorancia de tan grave problema que generan, se han instalado en zonas que son de vital importancia para la producción de agua potable.
Si el pueblo no se apropia de instrumentos como este decreto, y lo hace vivo, lo discute, lo aplica, no pasará de ser una buena intención. Quedará en el papel, como un reclamo para la generación que terminó por destruir los acuíferos que quedaban. Por su parte, el Estado tiene la responsabilidad de generar junto al pueblo un programa que permita el cumplimiento de este decreto. Que garantice que el espíritu de este mandato se materialice a favor de las mayorías.
 En momentos como estos, donde somos azotados por una de las sequías más férreas de las últimas décadas, alcanzando las temperaturas más elevadas en la historia contemporánea y sin garantías de que este fenómeno no repita prontamente, cabe la urgencia de dar celeridad al decreto 3.203, una medida que permite la protección de nuestras fuentes de agua. A diario nos encontramos con personas que reclaman por la ausencia de agua en sus tuberías. Uno entiende lo justo del reclamo, y aunque no seamos  los responsables directos de solucionar tal problema, como militantes revolucionarios, nos sentimos comprometidos en dar respuesta. Pero aprovechemos de ir más allá del asunto del agua en la tubería. No habrá agua en la regadera mientras nuestros ríos sigan por el acelerado camino de la desaparición. Siempre habrá quien asume consciente la autocritica, y quien de por “retorica de huída” estás reflexiones.
Cierro parafraseando con una reflexión que tuve el privilegio de oírle al Comandante Fidel Castro en la Habana en el año 2.011, a propósito de una reunión con los intelectuales en el marco de la Feria del Libro de Cuba, donde nos alertaba sobre el peligro de extinción que corre la especie humana. Parafraseo: Si logramos que (los intelectuales) el pueblo comprenda el riesgo que estamos viviendo en este momento, en que la respuesta no se puede hacer esperar, quizás logremos persuadir a quienes en su accionar nos afectan desfavorablemente. La vida en el planeta está en riesgo.


miércoles, marzo 11, 2015

Se equivocaron el Papa y Barack

Desde que Jorge Mario Bergoglio, ahora Francisco, asumió el papado ha transitado en la polémica. Algunos hemos aplaudido con recelo su apertura, sospechando que detrás de tanto intento de sinceridad y desmitificación de la iglesia se esconde alguna trampa más del imperio Romano. Francisco ha declarado que es posible que al morir una persona pueda encontrar en el paraíso a sus mascotas muertas, ha ratificado que el purgatorio no existe y, las más controversiales y recientes de sus revelaciones, que el infierno y Adán y Eva son un mito, es decir, un recurso literario. Pero la realidad nos obliga a poner en duda las palabras del extrovertido Papa sobre el tema del infierno.
Hace un par de días, el presidente de los E.U. Barack Obama estableció sentencia sobre Venezuela, cual dios todo poderoso, condenándonos al infierno, así como han hecho con Afganistán, Irak, Siria, Libia y cuanto país se plantee la loca idea de creerse soberano. En el caso de los mencionados países del medio oriente, Mr. Danger empleó como excusa el terrorismo, ante la posibilidad de un ataque a la nación Yanqui. Para llegar a este punto, el ex presidente Bush y sus macabros aliados, construyeron la mas mediática de todas las acciones terrorista, el 11 de septiembre de 2001, implosionando las torres gemelas de World Trade Center y causando algunos daños a la sede del Pentágono, atribuyéndole la responsabilidad al grupo al Qaeda para poder configurar un nuevo estamento jurídico y, en especial, una hipersensibilidad en la opinión de la nación Norteamérica y el mundo. Pero en un planeta tan pequeño como este todo sale a la luz.
Tal espejismo sirvió para acusar de terrorista a todo cuanto ciudadano, grupo o país que comparta rasgos físicos o religión con los iraquíes. Es preciso revisar las cifras de la cárcel ilegitima e inhumana de Guantanamo. Cerca de novecientas personas han sido secuestradas por el imperialismo acusadas de terroristas, en algunos casos se les acusa de “sospechosos”. Hasta la fecha, solo uno ha sido condenado a cadena perpetua por un tribunal federal. Seis, que también habían sido condenados, quedaron absueltos por falta de evidencia. Cuatro de los cuales aun siguen privados de libertad, a pesar de la imposibilidad de ser condenados. Guantanamo es una paila.
Dios impone la regla y por ende el castigo. En el caso Venezuela el imperialismo norteamericano se deja de excusas, se quita el antifaz para mostranos su verdadero rostro. Atrás queda el Obama de las promesas de paz. El premio nobel le servirá para presumir con sus amigos, si es que los tiene. Y si en algo tienen razón es que Venezuela representa una amenaza. No para la nación, sino para los intereses hegemónicos del imperialismo.
El proceso Bolivariano es el germen de la rebeldía continental. Un nuevo continente se ha configurado desde que el pueblo venezolano dio indicios de que era posible construir una forma de gobierno alejada del corset neoliberal. Pero la rebelión se expande ¿Quién puede negar la influencia de nuestro proceso en movimientos como Podemos en España o Syriza en Grecia?
Por eso es necesario el castigo, la tunda ejemplarizante, para llenar de temor a quienes sigan el ejemplo venezolano. El brazo que no han podido torcer los ha llevado al descaro, al cinismo de asumir su rol de inquisidor. Quieren prender la hoguera.
Por eso digo que se equivoca Francisco. Recuerdo con claridad el día, miércoles 20 de septiembre de 2006, cuando el comandante Chávez se encontró con el rastro de azufre que había dejado el diablo en la ONU. Este había intervenido el día anterior; en palabras del camarada Chávez, “hablando como dueño del mundo”. Y sí Francisco, existe el diablo y el infierno. Ya conocemos al diablo y hemos vivido en el infierno.
Se equivoca Barack si cree que claudicaremos. Por más amenazas, mas organización; por más presión que ejerzan, mas ofensiva revolucionaria. Aún en la peor circunstancia,  recibirán la respuesta heroica de un pueblo que se niega a las pailas imperiales. Vamos al combate, parafraseando al Chino Valera Mora, en marzo de 2015 Venezuela crepita al rojo vivo y el poeta saluda a sus camaradas combatientes.
Gabriel Figueredo

Escritor y Político