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lunes, febrero 08, 2016

Pasos para elaborar un guiso

Querido lector, le aseguro que encontrará aquí la receta más pragmática del mercado para elaborar un guiso tradicional, cuartorepublicano, con aires de quinta, categoría o republica, según prefiera.
Pero no se deje engañar por las convenciones, esta receta maravillosa es el resultado de amplios estudios en la materia guisística, un compendio de experimentos disfuncionales que han arrojado resultados ampliamente vaticinados por los más entendidos.
En primer lugar, vamos a recolectar los ingredientes básicos de todo guiso, los cuales presento a continuación.
Lista de Ingredientes:
Un guacal de pimentón o alguna manada de tecnócratas o pequeños burgueses habilidosos.
Un litro de aceite, el que consiga sirve.
400 g Carne de cerdo, pollo, res, pescado o las finanzas públicas.
Dos cucharadas de azúcar de CVAL o todas las gandolas que pueda.
Un kilo de arroz de los abastos Bicentenario.
Dos tazas de Pomagás o manzana.
Aliños verdes, en su defecto puede usar raspacupos, empresarios de maletín o cualquier verde CADIVI.
Adobo.
Sal y pimienta al gusto.
Cebollas y pañuelos.

Modo de preparación:
Ponga a fuego lento el caldero más grande de su cocina y déjelo calentar unos días. Cuando el metal está ardiendo vierta el litro de aceite y déjelo reducir, que se evapore ante los ojos de los comensales y ponga cara de indiferente, esto no dará sabor al guiso, pero les hará creer que usted sabe lo que hace.
Una vez cortado los pimentones en julianas y/o cuadros coloque una porción en el caldero, para que vayan tomando la temperatura idónea. Haga lo mismo si se trata de tecnócratas y/o pequeños burgueses. Remuévalos de vez en cuando para que no se le quemen.
Ponga la carne o las finanzas sobre la mesa, fragméntela a su antojo, corte de manera desigual para que a la hora de servir pueda dar los trozos pequeños y dejar para usted los toletes más grandes. Póngale bastante adobo y viértala con cuidado en el caldero y vuelva a remover para que los pimentones queden esparcidos de modo uniforme.
Agregue las dos cucharadas de azúcar, eso le dará un olor a caramelo que solo usted podrá percibir. El resto de las gandolas las puede desviar a Colombia o al Nuevo Sistema de Bachaqueo Popular; recuerde que necesita recursos para atender a sus amigos.
Agregue más pimentones y remueva hasta mezclar con los de abajo, se dará cuenta que los nuevos tomarán el calor de inmediato. De inmediato vierta el pomagás o las manzanas cortadas en pequeños cuadros. El efecto gourmet del rojo intenso de la concha, acompañado por la blanquísima pulpa, se asemeja a los banquetes adecocopeyanos de antaño, para complacer a los paladares nostálgicos.
Recuerde que no debe colocar tomates. El ordinario color de la fruta, tan uniforme, tan marginal, tan chavista, no ayuda estéticamente y, lo peor, tiende a dañar el guiso y más si se trata de cuadros. Mejor adhiera otra porción de pimentones y mezcle.
Tome los aliños verdes, los dólares del estado y déjelos macerando con los raspacupos, empresarios de maletín y demás hierbas cadiveras para luego colocarlas al fuego con sumo cuidado. Remueva uniformemente, siempre a fuego lento.
El olor del guiso y la cara de los hambrientos comensales, le indicarán cuando esté listo. Coloque sal y pimienta al gusto y sirva en pequeños platos, procurando dejar para usted la mayor y mejor parte.
Disfrútelo, trague como un cerdo y no olvide raspar la olla o caldero una vez que se acabe el guiso. Corte las cebollas en finos trozos y repártaselos al pueblo para que llore mientras usted traga.
Los pañuelos, de preferencia blancos, son para que se limpie las manos sin quitarse el olor de su hazaña. También puede usarlos en el aeropuerto para despedirse de nosotros cuando se acabe el guiso y no le queden más ollas que raspar.


Entre lo urgente y lo fundamental

La grave crisis que vive el país es, sin lugar a dudas, el resultado de una política económica sostenida en brazos del modelo extractivista monoproductor; y a pesar de que el gobierno bolivariano ha mantenido sus pretensiones socialistas no ha podido dar un salto significativo en la demolición estructural del sistema capitalista para avanzar en un nuevo modelo que nos permita la instauración del socialismo.
Para nadie es secreto todo lo que se ha avanzado en materia de asistencia social, en la reivindicación de los trabajadores, las mujeres, los niños, los campesinos, los afrodescendientes, la sexo genero diversidad, en fin, los ninguneados de siempre. Nadie en su sano juicio se atrevería a negar el cambio que dio este país con la llegada de la revolución bolivariana. Desconocerlo es dar signos de una profunda amnesia, ridiculez o ignorancia de la materia en estado puro.
Ahora, es necesario reconocer que hemos avanzado poco en la formación del “Nuevo Republicano”, en el fortalecimiento del sujeto histórico, que al fin y al cabo, es el que hace la revolución. Es la institucionalidad de la revolución una suerte de piedra de tranca que pone un tope al movimiento popular. Ese exceso de confianza en que desde el gobierno es posible hacer todo lo necesario para alcanzar el socialismo ha puesto en Jaque el proceso de cambios.
Diecisiete años se cumplen de la llegada del comandante Chávez a la presidencia de la nación. Diecisiete años de pelear contra los más férreos adversarios que pueda tener cualquier político revolucionario. Diecisiete años viviendo entre el filo de la navaja, ese profundo dilema de tener que decidir si abordar con mayor fuerza lo urgente o lo fundamental. En este instante el pueblo, no solo el gobierno, puede sentir el filo de esa navaja que nos pone a elegir nuevamente. ¿Lo fundamental o lo urgente? ¿El gobierno o la revolución? ¿La resistencia firme o la claudicación? ¿Avanzar hacia el socialismo o conformarnos con una socialdemocracia? ¿Construir la sociedad socialista o conformarnos con el estado burgués dadivoso? 
Que nadie se llame a engaños, la crisis económica, ciertamente fruto de una guerra, fue potenciada por los altos niveles de corrupción en el aparato estatal, que hasta ahora empieza a mostrar algunas acciones sancionatorias contra los estafadores infiltrados. El gobierno debe asumir con responsabilidad la transición del estado burgués a esa nueva forma que permita que el movimiento obrero, popular y revolucionario asuma la direccionalidad del proceso. Una vanguardia que no obedezca a intereses particulares, disfrazadas de líneas políticas que no contribuyen a la lucha de clases, en cuanto contradicción fundamental.
Defender la revolución bolivariana pasa por desplazar a los sectores de la pequeña burguesía enquistados en la dirección política del proceso, entendiendo que esta etapa del proceso, en la lucha por la liberación nacional, la pequeña burguesía, e incluso, la burguesía no monopólica tienen cabida, sin que eso signifique que sean estos factores los que determinen las políticas del proceso.
Es hora de cambiar la correlación de fuerza, si queremos que la lucha no se pierda. Los entreguistas apuestan a abandonar los espacios mediante acuerdo. Los revolucionarios pedimos que se le abra paso al pueblo para hacer cuantos Vietnam sean necesarios.
¡Ni pacto ni claudicación…!