miércoles, mayo 09, 2012

Organización, más allá de lo electoral


Si partimos de la premisa de que Cultura es todo lo que hace el hombre, o mujer, tendríamos que tomarnos un tiempo para detallar cuál es la cultura de la Venezuela del siglo XXI, para responder la obligatoria pregunta ¿Qué estamos haciendo? Seguramente surgirán más interrogantes que respuestas. Lo cierto es que ese ejercicio de pensarnos, en la necesidad de autoreconocernos, es una alternativa sana para tener un concepto claro de lo que somos, es decir, una definición de nuestra cultura.
Debemos desprendernos de nefastas concepciones de la cultura que nos obligan a ver al ser humano como un simple recipiente acumulador de citas, frases, fechas y cualquier cantidad de datos empíricos que no permiten más que parecer un tomo enciclopédico. Esa mal llamada cultura general. Esa dañina idea de la cultura genera una cierta especie de “hombres cultos”, pero, como diría Antonio Gramsci, eso no es cultura, sino pedantería; no es inteligencia, sino intelecto. Tampoco se trata de la cultura estigmatizada por las bellas artes. Esa idea de la cultura del gusto, que no deja de ser más que ingenua arrogancia, pues de sobra sabemos que hasta el gusto es condicionado. No es un acto de superioridad tener “buen gusto” solo es la repetición instintiva de patrones condicionados.
La verdadera cultura está fundamentada en la organización, en la conquista de una conciencia que nos deja comprender el valor histórico que tenemos. Pero esto no es un asunto generación espontánea, como ocurre en la naturaleza. El ser humano es el creador de la cultura y tiene la posibilidad de reinventarse cuando así se lo proponga. Y cito a Gramsci: “El hombre es sobre todo espíritu, o sea, creación historia, y no naturaleza”.
El desafío más grande nos está retando desde hace varias décadas. Me inclino en creer que nuestro mayor enemigo no es el capitalismo, sino la globalización, quien ha venido arrinconándonos en el desarraigo y la transculturación. Por mala fortuna nos tocó pasar del analfabetismo a la televisión bebiendo de la fuente de ese aparto que tanto bien le ha hecho al plan globalizante, y tanto mal a nuestra cultura. Se quedan de lado los procesos ante la supremacía de los eventos. Se aborta lo colectivo por el desarrollo del interés estrictamente individual.
Esta semana ha gozado de relativa calma en el panorama de los eventos políticos y ha dejado en mucha gente la percepción de que en el país no ha sucedido nada. Pero quien se atreve asegurar eso desconoce que vive en un maravilloso país en movimiento, como dice el Chino Valera Mora, “Quien no te conozca / dirá que eres una imposible querella / Tantas veces escarnecido / y siempre de pie con esa alegría”.
Este es el momento para que el proceso político deje de depender de los procesos electorales. La conciencia cultural debe trascender a los partidos. La consolidación de una cultura en movimiento, en revisión constante. Hay que avanzar a la organización profunda del pueblo, ese que es cultura, que es patria, que es hijo de Bolívar, no por razones genéticas ni geográficas, sino por ser su creación histórica, es decir, cultural.

0 comentarios: